martes, 7 de octubre de 2008

1.1. Nos lo cuentan.

“Un campesino chino se fue a la ciudad para vender su arroz. Su mujer le dijo:

—Por favor, tráeme un peine.

En la ciudad, vendió su arroz y bebió con unos compañeros. En el momento de regresar se acordó de su mujer. Ella le había pedido algo, pero no podía recordarlo. Compró un espejo en una tienda para mujeres y regresó al pueblo.

Entregó el espejo a su mujer y salió de la habitación para volver a los campos. Su mujer se miró en el espejo y se echó a llorar. Su madre, que la vio llorando, le preguntó la razón de aquellas lágrimas.

La mujer le dio el espejo diciéndole:

Mi marido ha traído a otra mujer.

La madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija:

No tienes de qué preocuparte, es muy vieja.”

Jean-Claude Carrière Historias mínimas, Austral

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