“El movimiento de las mandíbulas en el esfuerzo por gritar me mostró que estaban atadas, como se hace habitualmente con los muertos. Sentí también que yacía sobre una sustancia áspera y que algo similar, a los costados, me estrechaba. Hasta ese momento no me había atrevido a mover ninguno de los miembros, pero entonces levanté violentamente los brazos que estaban estirados, con las muñecas cruzadas. Golpearon una sustancia sólida, leñosa, que se extendía sobre mi cuerpo a no más de quince centímetros de mi cara. Y ya no pude dudar de que reposaba al fin dentro de…".
Casi todos llegamos a la conclusión de que el protagonista de "El entierro prematuro" describía un ataúd... y es cierto, pero sólo en parte pues ese personaje equivocaba en lugar en el que se encontraba. Si queréis resolver el misterio, leed ese relato de Edgar Allan Poe.
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